Por unanimidad, un tribunal le dio 25 años de cárcel, aunque el sacerdote, por ahora, cumplirá la pena en prisión domiciliaria; los hechos ocurrieron entre 1984 y 1993, y por eso la defensa pidió la prescripción de la acción penal
PARANÁ.- Sentado en la primera fila, la emoción lo quebró cuando escuchó lo que tanto esperaba. O, como Fabián Schunk diría poco después, con el hecho consumado: “Después de tantas pesadillas, esto es lo que soñaba”. Él, que fue uno de los siete denunciantes, estuvo allí cuando un tribunal penal de la capital provincial condenó al cura Justo José Ilarraz a 25 años de cárcel por los abusos sexuales contra los adolescentes que estuvieron a su cargo en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo, entre 1984 y 1993.
El sacerdote, de 65 años, cumplirá la pena en prisión domiciliaria mientras la sentencia sea revisada en instancias superiores. Los fundamentos de la condena dictada ayer, pasado el mediodía, por los jueces Alicia Vivian, Gustavo Pimentel y Carolina Castagno, serán dados a conocer el próximo 1° de junio.
Ilarraz escuchó el fallo que lo condenó a la pena máxima por este delito en el más absoluto silencio. Apenas movió la cabeza negando lo que se desprendía de la lectura del adelanto de sentencia, en el que se dispuso también que el cura lleve una tobillera electrónica monitoreada por la policía de Entre Ríos, con el fin de evitar que se fugue.
La defensa de Ilarraz hizo un planteo de prescripción de la acción penal en su contra por el paso del tiempo. Sin embargo, la Justicia entrerriana agotó las instancias confirmando la idea de desarrollar el juicio, mientras se espera que la Corte Suprema de Justicia de la Nación deje firme el rechazo de la prescripción o, en cambio, haga lugar al pedido del defensor particular del religioso, Jorge Muñoz.
Esto significa que aunque la condena dictada ayer sea confirmada en las instancias de apelación provinciales, todo podría revertirse si la Corte admite la prescripción.
Los hechos ocurrieron hace más de 25 años en el seminario donde Ilarraz había recibido su educación sacerdotal. En Nuestra Señora del Cenáculo también funciona una escuela secundaria y un preseminario que los estudiantes del nivel medio cursan con miras a continuar estudiando para ordenarse como curas, lo mismo que hizo el ahora condenado, en 1984.
Al momento de cometer los abusos, Ilarraz era prefecto de disciplina de los estudiantes que estaban en el primero y segundo año de la escuela secundaria católica, en el llamado Seminario Menor. Eran internos que ya tenían decidido continuar los estudios superiores y que esperaban ordenarse. Para algunas de las víctimas ese momento se frustró porque decidieron alejarse del seminario para siempre; en cambio, otros chicos abusados llegaron a ser sacerdotes.
Siete víctimas denunciaron a Ilarraz, pero la Justicia ya determinó que hubo más menores atacados por quien fue, hace casi tres décadas, su tutor religioso, según dijo a LA NACION el fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull. El fiscal sostuvo que en el juicio quedó “sobradamente probada” la responsabilidad de Ilarraz en los delitos denunciados, pero también quedó establecido que hubo encubrimiento por parte de la jerarquía eclesiástica.
Tras conocerse la sentencia, Schunk dijo a LA NACION que “se hizo justicia” y que espera que ahora se puedan establecer responsabilidades sobre el silenciamiento de los casos por parte de la jerarquía eclesiástica entrerriana.
En ese sentido, dirigió sus críticas al cardenal Estanislao Karlic y al actual arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, quienes se enteraron en su momento de los casos de abusos, pero los dejaron impunes por años. “Me da tristeza porque ellos también fueron nuestros padres. Dejamos a nuestros padres en el campo para quedar en sus manos [de los curas] y ellos hicieron la vista gorda y nos dejaron en manos de un tipo que hizo lo que quiso con nosotros”, sostuvo, en diálogo con este diario.
En 1995, Karlic, que por entonces era arzobispo de Paraná, ordenó la realización de un juicio diocesano en el que declararon medio centenar de seminaristas que relataron los abusos cometidos por Ilarraz. Sin embargo, el caso quedó sin condena y concluyó con el pedido que se le hizo a los menores abusados de guardar silencio, según dijeron durante el juicio.
Justo José Ilarraz no fue impedido de seguir dando misas y de cumplir con la totalidad de sus tareas religiosas, aunque debió irse de Paraná. El entonces arzobispo Karlic lo envió al Vaticano a estudiar en la Pontificia Universidad Urbaniana, de donde egresó con el título de licenciado en Misionología, tras presentar una tesis referida a los niños en las misiones evangélicas. Luego fue enviado a Tucumán, donde cumplía servicio cuando comenzó la investigación penal, en 2012.
Esa fue toda la penalidad que recibió Ilarraz por los abusos denunciados en el Arzobispado. En cambio, la Justicia provincial lo declaró autor material de siete hechos de promoción de la corrupción de menores agravada por ser encargado de la educación, y dos de abuso deshonesto agravado por ser encargado de la educación.
Si la Corte no declara prescripta la acción penal, el cura no podrá salir en libertad antes de los 80 años.
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