CHILE
El Mostrador
[Marie Collins of Ireland, member of the pontifical child abuse commission, verified she had sought appointment of Juan Carlos Cruz to the commission.]
Tenía 13 años, acababa de confirmarse y a la vulnerabilidad de la adolescencia, sumaba otro factor: estaba enferma y hospitalizada.
En ese contexto comenzó a recibir todas las tardes la visita de un sacerdote para acompañarla con lecturas católicas. Aunque no fueron solo esas lecturas la que la acompañaron de por vida, sino también los abusos de los que fue víctima. Quedaron registrados en su mente y en su cuerpo. Alimentaron su aislamiento y la sensación de sentirse sucia. “Este constante sentimiento de culpabilidad me llevó a una profunda depresión y a problemas de ansiedad suficientemente serios como para necesitar tratamiento médico cuando tenía 17 años. Después vinieron largas hospitalizaciones”, comentó a la prensa hace algunos años.
La irlandesa Marie Collins, uno de los íconos en el mundo que demuestran el daño de los abusos sexuales contra menores cometidos por sacerdotes, comenzó una batalla interminable para establecer que el problema no era ella, sino su agresor y la protección que le entregaron los superiores de la Iglesia a su victimario. “Lo mejor de mi vida comenzó hace quince años cuando mi agresor compareció ante la justicia. Durante esos años trabajé con mi diócesis y con la Iglesia Católica en Irlanda para mejorar la protección de los menores. Mi vida ya no está destrozada. Tiene sentido y valor”, señaló.
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