ESPANA
El Mundo
[The pope corners the archbishop.]
Estaba convencido de que, como siempre, los trapos sucios se iban a seguir lavando en casa. Pero, esta vez, la estrategia del ocultamiento le falló al arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, y la bomba del mayor escándalo de abusos sexuales del clero en España le estalló por sorpresa: el caso de las 12 personas, 10 religiosos y dos seglares, apartadas de sus funciones tras la intervención del Papa. De todas ellas, tres son curas, sobre los que pesa la acusación de de ser los autores de los abusos. Otros siete religiosos y dos seglares serían los encubridores.
Ante la tormenta, la reacción de monseñor Martínez ha sido enrocarse y expresar victimismo. No da la cara. Ni ante los medios, a los que quiso acallar con un simple comunicado repleto de medias verdades. Ni ante los propios obispos. Ayer, sus compañeros en el episcopado, reunidos en asamblea plenaria, lo esperaban para que los informase a fondo de todo lo sucedido, sus causas y sus consecuencias, en la «reservada», una reunión totalmente secreta que mantuvieron los prelados.
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