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El tema de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos divide a la opinión pública, generando indignación y hasta incredulidad en quienes profesan una de las religiones con más adeptos en el mundo.
Retratar este hecho tiene sus retos, como le ocurrió al cineasta norteamericano Alex Gibney, quien desafiando un sistema plagado de intereses y corrupción, se aventuró a dirigir el polémico documental “Mea Maxima Culpa: Silencio en la casa de Dios”.
Durante 107 minutos, el realizador evidencia las faltas cometidas por el sacerdote Lawrence Murphy, a quien se le acusó de abusar sexualmente de casi 200 niños sordos en una escuela que estaba bajo su control.
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