El rebaño del cura

ARGENTINA
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Una veintena de seguidores del cura condenado hicieron ruido, lloraron y rezaron por él. Se la tomaron a golpes con un camarógrafo e intentaron lo mismo con un querellante.

Por Carlos Rodríguez

“Paz para este hombre, paz para un hombre que tiene el demonio adentro.” Dos mujeres de unos sesenta años, vestidas con discreción, una de ellas con un vestido propio de una religiosa, le arrojaban “agua bendecida” al abogado querellante Juan Pablo Gallego, quien había bajado de un automóvil en la puerta de los tribunales de Morón y estaba haciendo declaraciones a la prensa. Aunque algunos periodistas reaccionaron con atendible molestia por la “lluvia” que estaban recibiendo junto con el “endiablado” Gallego, el gesto de esas dos casi amables defensoras de la “inocencia” del cura Julio César Grassi contrastaba con los gestos y palabras de otras manifestantes mucho más jóvenes, que le dedicaron frases y gestos violentos al abogado: “Gallego mentiroso, la puta que te parió”.

Esa mezcla de adherentes serenas y ofuscadas –la mayoría eran mujeres con remeras o banderas de la Fundación Felices Los Niños– se repitió luego de conocerse la sentencia que envió a prisión a Grassi: algunas manifestantes se fueron llorando, otras golpearon en los testículos a un camarógrafo que las filmaba y varias intentaron linchar a Gallego, cuándo no, pero la policía pudo impedirlo. El abogado querellante, por su exposición mediática tal vez, fue quien despertó mayor virulencia.

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