CHILE
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Mariano Cepeda llegó a El Bosque a los 18 años, cuando la iglesia aún no terminaba de construirse. Durante las siguientes 6 décadas hizo la limpieza, trabajó en la cocina, fue sacristán y desde esos cargos conoció a un Karadima muy distinto al que se impuso, durante años, como prócer de la Iglesia, como imán de las vocaciones capaz de llevar al seminario a 50 jóvenes de buenas familias.
-Todo el tiempo el padre Karadima andaba agarrándole el poto a los jóvenes- contó Cepeda a CIPER.
-Eran agarrones como con ansia. Uno los veía caminando por los pasillos de la parroquia y al cura se le iba la mano. Todos los empleados sabíamos que el padre era homosexual. Me acuerdo que a una cocinera le daba mucha vergüenza ver eso. Yo le decía que desgraciadamente esa era su tendencia. Hoy creo que es una enfermedad que él tiene. Piensa que como es sacerdote está autorizado a hacer lo que quiere, que para él nada es pecado.
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