TOLUCA (MEXICO)
La Jornada [Mexico City, Mexico]
July 20, 2004
By Victor Ballinas e Israel Davila
Argumenta el DIF mexiquense que fue por problemas ”conductuales”
Metepec, Mex. Víctimas de la miseria, maltratados por sus padres y abandonados, 33 menores entregados por la Procuraduría General de Justicia mexiquense al Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia del Estado de México (DIFEM), para su protección y cuidado, fueron transferidos por esa institución al Centro de Rehabilitación para Toxicómanos, A. C. (Certemac), debido a que los niños, aunque no eran adictos, presentaban “problemas conductuales” y existía “sobrecupo” en los albergues.
Las historias de los menores enviados al Certemac son dolorosas e indignantes. Se trata de niños que les fueron quitados a sus madres por las autoridades -por descuido, omisión y golpes que les propinaban-, otros son huérfanos de madre y el padre los maltrataba. Hay casos de menores que fueron rechazados por sus familiares, quienes aceptaron darlos en adopción.
Niños violados, menores cuyas madres indígenas adolescentes los dejaban encerrados en sus casas para irse a trabajar y que desde una ventana gritaban a los vecinos que los sacaran. Pequeños que fueron rescatados por el Ministerio Público ante el riesgo de asfixiarse por fugas de gas al hallarse encerrados en sus cuartos. Niños “adoptados y devueltos por sus padres adoptivos”.
Uno de esos desamparados, con tres hermanos, describe su situación: “…creíamos que cuando nos mandaron con nuestros abuelos íbamos a tener una familia, pero él nos devolvió al DIFEM. Dijo que le estorbábamos, que no tenía dinero, y le pegaba a mi hermanito más pequeño porque se orinaba en los calzones. Nos decepcionó el abuelo. Estamos muy tristes”.
De los niños transferidos por el DIFEM al Certemac, 26 fueron remitidos durante el gobierno de Arturo Montiel Rojas -14 en 2001, cuatro en 2002 y ocho el año pasado-; los siete restantes fueron trasladados en el sexenio de César Camacho Quiroz.
El Certemac, ubicado en la calle Renacimiento número 1, colonia Las Margaritas, de Metepec, está en lo que era el casco de una hacienda. Está rodeado por bardas de más de ocho metros de altura, para aislarlo de la comunidad. Dentro la disciplina es “muy rígida” para los 120 menores, adolescentes y jóvenes internos para su “rehabilitación”.
Los menores son levantados a las 5:30 de la madrugada. Deben realizar obligatoriamente 30 minutos de ejercicio, bañarse, desayunar, hacer sus tareas domésticas (tender sus camas, barrer y limpiar dormitorios, baños y áreas comunes) y asistir a clases.
A las 13:30 horas es la comida, que ellos mismos preparan; luego realizan tareas que se les asignan para mantener limpias las áreas comunes: pasillos y salones de clases, además de lavar y planchar su ropa. Sólo disponen de una hora al día para jugar.
Los menores escuchan música clásica todo el día, desde las 6:45 hasta las 21 horas. Por la noche, cuando se acuestan, escuchan hasta las seis de la mañana casetes en inglés, alemán y otros idiomas, “para que aprendan esas lenguas”.
La maestra Ofelia Garduño Rodríguez, quien laboró en ese albergue 17 meses enseñando inglés -de julio de 2002 al 18 de diciembre del 2003-, presentó el 22 de enero de este año una denuncia ante la Comisión de Derechos Humanos estatal por “abuso y maltrato cometido contra menores en ese centro”.
Relata que “desde el primer día de clase me resultó claro que el método de educación aplicado a los 25 niños que me fueron asignados -entre ellos menores enviados por el DIFEM y otros que fueron llevados ahí por sus propios padres- contenía aspectos represivos: descubrí que tenían prohibido reír, para no hacer ruido. Noté que siempre en los pasillos hay jóvenes mayores, a manera de vigías de la disciplina, y los niños sólo pueden ir al baño en horarios determinados. El ambiente es de agresión y aislamiento”, sostiene la profesora en su denuncia ante la comisión estatal.
También ante la Procuraduría General de Justicia estatal, la maestra presentó una denuncia sobre el caso el 4 de febrero de este año, aunque tuvo que presionar para que fuera levantada el acta. La remitían de una oficina a otra, porque “la acusación implicaba el albergue del padre Alfonso Carmona Ovando, director del Certemac, quien es muy conocido en la comunidad y tiene influencia entre las autoridades”.
Desde el 22 de enero de este año “yo asistí al Centro de Atención para el Maltrato Intrafamiliar y Sexual (CAMIS), de la procuraduría estatal; de ahí me mandaron a trabajo social, luego a otra oficina, y otra, hasta que aceptaron tomar mi denuncia”, asegura la profesora.
La maestra abunda: “Carlos Eduardo Vázquez Torres es el coordinador impuesto por el padre Carmona para vigilar a los menores; les pegaba a los niños delante de mí. La segunda autoridad en el albergue, el padre Antonio Hernández, me mandó llamar y le hice saber que a los niños el coordinador les pegaba. Le informé del maltrato y sólo me pidió que fuera yo más estricta en la disciplina.
“A mí me paga la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) para dar clases de inglés, no para imponer disciplina, le respondí al padre Antonio, y en esa reunión le pregunté si yo iba a seguir comprando los lápices a los menores, las pinturas y las libretas, porque como se carecía de material, yo compraba los materiales. El me dijo que me iba a dar un poco de material, y en efecto me proporcionó cinco tijeras, cinco cajas de crayolas y unas libretas. No estaban de acuerdo conmigo porque decían que yo rompía la disciplina al tratar bien a los niños.”
En la investigación del caso, la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México (CDHEM) solicitó al DIFEM los expedientes de los 33 menores transferido al Certemac, y en ellos se destaca que los niños presentaban “problemas de conducta”. En uno de esos reportes se dice que un menor “fue transferido porque golpeaba a sus compañeros en el albergue del DIFEM, no aceptaba reglas y se salía de las clases”.
En otros expedientes sólo dice: “fueron transferidos por presentar problemas severos de conducta”.
Los estudios sicológicos de ocho menores -realizados por personal del DIFEM en el Certemac- dan cuenta de que los menores presentan: “inmadurez, ansiedad, indecisión, depresión, resistencias a establecer contacto con el medio ambiente, inseguridad, minusvalía, necesidad de apoyo; han perdido su espontaneidad (y manifiestan) inhibición”.
También el DIFEM envió un documento denominado El perfil sicológico del niño institucionalizado, en el que hace notar que es normal que el menor tenga algunos miedos, los cuales son superados con la protección y orientación que recibe del adulto. Asimismo, refiere el documento, “un niño privado de un ambiente familiar normal desarrolla, entre otros rasgos distintivos, un sentimiento pesimista, indolente, apático y de gran inestabilidad, no se liga afectivamente a nadie por miedo de perder nuevamente al ser amado”.
Esta situación, se asegura en el reporte, “no se aprecia en los menores (del DIF) albergados en el Certemac, a quienes se han transmitido valores como la independencia y la responsabilidad de sí mismos”.
Durante una visita al centro de rehabilitación, el director del albergue, el padre Alfonso Carmona, hizo notar que “nosotros decidimos qué persona puede entrar al albergue -para un reportaje o entrevista-, porque esto es mi casa (dice a los reporteros), uno decide a quién le permite el paso. Tienen que ser personas honestas, íntegras, que den confianza”.
El padre guía el recorrido por el espacioso albergue, por las áreas de niños, adolescentes y jóvenes -drogadictos o de la calle-. Muestra los dormitorios, que se encuentran ordenados y limpios, lo mismo que las cocinas.
Pero el ambiente es tenso. Los coordinadores de grupos -jóvenes que eran drogadictos y que se han rehabilitado en ese albergue, y han sido designados por el padre Carmona para “cuidar” a los menores- acompañan al religioso en el recorrido. Los internos, serios, tal vez asustados, observan a los visitantes.
El día de la visita al albergue coincidió con la ceremonia de fin de cursos. Los niños y adolescentes fueron enviados a las áreas de convivencia, cerca de sus dormitorios, para esperar la hora de la comida.
“Los internos se encargan de la limpieza, la disciplina es rígida, pero se trata de menores que no estaban acostumbrados a hacer nada. Aquí se encargan de sus camas, de su ropa, hasta de su comida. Tienen terapias ocupacionales y toman clases aquí adentro, de primaria, secundaria y preparatoria. Clases de inglés y cómputo”, explica el director del albergue.
Muestra el campo de futbol, la alberca, los baños de vapor, jacuzzi, regaderas y hasta el gimnasio.
De la denuncia por maltrato a los menores en el centro, dice a La Jornada: “es muy sencillo: la maestra Ofelia Garduño está enojada porque ya no le renové el contrato”.
Da su versión: “la profesora vino a pedirme trabajo, me suplicó que la ayudara, aquí estuvo, vino tres días seguidos y, como necesitamos un maestro de inglés y ella sabía inglés, le di la clase. Se le dieron las reglas y se le pidió que las cumpliera.
“Pero, Ƒqué hizo? Lo primero fue violar las reglas. Metió dulces, comida, cuando se le dijo que no podía introducir nada al albergue. Los muchachos encargados del cuidado de los menores me pasaban los reportes, me tenían al pendiente de lo que la maestra hacía. Les tomaba fotos a los niños, hasta dio cuestionarios para que los contestaran. Ella quería que dijeran que se les maltrata.
“Inclusive, un día la profesora me dijo: padre, quiero que me dé en adopción a un menor. Yo le respondí que no doy en adopción a los menores, que son mis hijos. Ya antes la maestra había solicitado un niño en adopción al DIFEM, y tengo entendido que se lo negaron, por eso se molestó y levantó la denuncia contra el centro. Pero no hay nada de eso: ya vinieron los de derechos humanos y no encontraron nada; ya vino la procuraduría y tampoco encontró nada. No hay nada, hombre, nada que ocultar.”
Sin embargo, en la investigación de la CDHEM se señala que la maestra no fue contratada directamente por el padre Carmona, como él afirma en entrevista grabada, sino por la UAEM, y ésta la envió a dar clases al Certemac, debido a que esa casa de estudios es una de las instituciones que ayudan al cura, además de varias dependencias del gobierno mexiquense, como el DIFEM, y el DIF, así como el apoyo de la gente de la comunidad, que en las misas matutina y nocturna de los domingos dan su colaboración al padre.
El director del Certemac señala: “tenemos una larga lista de jóvenes que quieren ingresar al albergue, hay inclusive peticiones de Centro y Sudamérica, porque ha trascendido la fama de cómo rehabilitamos a los drogadictos. No nada más tenemos jovencitos mexiquenses, vienen de muchos estados, unos llegan solos, a otros los traen sus padres”.
La desintoxicación lleva un proceso de dos años, dice el padre, “no usamos medicina, todo el tratamiento es natural, con un método nuestro. Claro que actualizamos, pero nada de medicinas. Ni siquiera doctor tenemos, los niños no se enferman aquí, pero si alguno requiere un doctor, tenemos un gran equipo de médicos que colaboran con nosotros y nos ayudan”.
Ni los jóvenes ni los menores salen del albergue. Se les mantiene recluidos. Desde que fueron transferidos por el DIFEM, los 33 niños no han recibido visitas, no salen al exterior, ni siquiera los fines de semana. “Sería una irresponsabilidad de mi parte”, dice el padre. “Aquí no es de puertas abiertas. A los que se rehabilitan los visitan sus padres una vez cada año, o cada dos años, nada más. Ni un día más, es por el bien del tratamiento. Los chiquitos, no tienen padres, son huérfanos, yo les digo que no tienen padres, para que se preparen a enfrentar la vida. Una vez al año llevo a 40 niños a Acapulco o a Ixtapa-Zihuatanejo -el padre escoge a los menores y jóvenes que lo acompañarán-, pero solos no pueden salir.
-Si hay una gran demanda de jóvenes que se quieren rehabilitar, Ƒpor qué ofrece lugares al DIF? -se le cuestiona al padre.
-Porque los niños del DIFEM tienen totalmente resuelto su problema legal, esa es una gran ventaja para nosotros. Los de afuera no, entonces, para qué perdemos tiempo y energía en esos casos.
-ƑY el maltrato a los niños?
-La verdad saldrá a la luz, como dicen los Evangelios. No hay nada que ocultar.