Caso Gramlich: renunció el director de un colegio
Carlos Kexel, del Juan XXIII, envió una carta a los padres en la que admitió errores tras las denuncias de abusos a alumnos
lanacion.com.ar
16 de diciembre de 2016
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raíz de la fuerte conmoción que provocó en la comunidad del colegio Juan XXIII de Boulogne la sanción del Vaticano al sacerdote Cristian Gramlich, al que prohibió ejercer el sacerdocio por las acusaciones de abuso sexual en la diócesis de San Isidro, el director del colegio, Carlos Kexel, anunció ayer su renuncia en una carta enviada a todos los padres.
En el texto, Kexel expresó: "Con motivo de las circunstancias (...) referidas a los tristes acontecimientos que tuvieron como protagonista al padre Cristian Gramlich, se generó en el último tiempo un verdadero estado de conmoción entre varias familias del colegio con un nivel de enojo creciente vinculado al accionar de los directivos en cuanto al cuidado de los alumnos respecto de los comportamientos del mencionado padre Cristian. Ese enojo creciente de un grupo cada vez más numeroso de padres centraba el máximo de la responsabilidad en mi persona".
Respecto de las causas que motivaron su decisión, Kexel explicó: "Mi amor al colegio hace que vislumbre que mi decisión pueda servir para descomprimir y apaciguar el enojo de tantos padres, evitando también mayores daños al querido Juan XXIII".
Hace un mes, el Vaticano validó las denuncias por abuso sexual que pesaban contra Cristian Gramlich y le prohibió ejercer como sacerdote. Las denuncias en su contra habían empezado en 1998, en el colegio Carmen Arriola de Marín, también de San Isidro. En 2005 fue trasladado como párroco de la Iglesia Santa Rita y rector del colegio Juan XXIII.
El directivo explicó en su carta que recibió a todos los padres que se acercaron con alguna inquietud por los rumores que circulaban respecto del sacerdote y que lo transmitió al entonces obispo de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto, "recibiendo como respuesta que no había de qué preocuparse dado que se trataba de cuestiones antiguas (...) que implicaban «sólo imprudencias» del sacerdote".
En un párrafo de su carta a los padres del colegio, Kexel cita palabras de Casaretto en una reunión que mantuvieron directivos y padres de la escuela con el ex obispo: "La sentencia y la pena aplicada por la Santa Sede complementada con el pedido de perdón manifestado públicamente por monseñor Casaretto, que dijo que debió actuar tal y como lo hizo monseñor Ojea y que el tratamiento que le dio al caso Gramlich fue uno de sus peores errores como obispo de San Isidro, terminan por concluir que haberle creído en su momento a Casaretto fue un error".
En 2012, a poco de asumir el obispado de San Isidro, monseñor Oscar Ojea dispuso que Gramlich fuera separado inmediatamente de la parroquia y del colegio. En mayo de 2013, con los testimonios de las víctimas y otros elementos de prueba, Ojea dispuso nuevas medidas cautelares. Limitó las formas en las que podía ejercer el sacerdocio hasta que se resolviera el caso: no podía estar en contacto con chicos ni adolescentes ni tomar confesión. Se le permitía celebrar los otros sacramentos, pero fuera de la diócesis de San Isidro.
Sanción
Ante la investigación eclesial que impulsó Ojea, y después de la apelación que planteó Gramlich en el Vaticano, llegó desde la Santa Sede la ratificación de la sanción definitiva del cura acusado.
La investigación por la que fue sancionado Gramlich se originó en denuncias de alumnos de los dos colegios: el Marín y el Juan XXIII.
Las primeras, en el Marín, fueron en 1998. Según las palabras de Kexel, en 2005, a un año de que el sacerdote llegara al colegio, empezaron a recibir consultas por la preocupación de los padres ante los antecedentes del cura.
"Más allá de estar ahora convencido de mi error, también lo estoy de haber actuado a la altura de las responsabilidades y con la más absoluta buena fe, creyendo en mi obispo diocesano", dice Kexel.
Consultado por LA NACION, Casaretto no quiso hacer declaraciones.
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