Sobre él pesa una acusación salvaje: que violó a cinco niñas de entre 4 y 7 años, de un hogar de monjas que asistía. Él dice que es inocente y la Fiscalía recién empezó la investigación de la denuncia, presentada en noviembre. Hervia ha recorrido los medios de comunicación contando su historia, que incluye que él fue uno de los denunciantes del Francisco Javier Cox, el obispo de La Serena exiliado en Alemania antes que estallara su escándalo sexual. Acá cuenta eso y reflexiona sobre qué está pasando en la Iglesia y qué pasa en la cabeza de los curas.
¿De qué se trata esto? ¿Cuál es exactamente la denuncia en su contra?
Que yo habría violentado sexualmente a cinco niñitas de entre 4 y 7 años del Hogar San Francisco de Regis acá en Santiago centro.
¿Y esta denuncia la presenta quién?
Por lo que entendemos, unas funcionarias que habíamos despedido. Yo soy capellán del hogar. En una reunión con la asistente social, la sicóloga, se tomó la determinación, a petición también de Sename… Estas funcionarias se estaban comportando mal, con insultos, con golpes incluso, gritos y ofensas.
¿Golpeaban a las niñas?
Pareciera ser que también las golpeaban.
¿Y el Sename cómo se entera de esto?
A través de cartas. Hay un buzón de denuncias que se tiene en todos los hogares. Entonces, las niñitas echan sus cartitas en un buzón. Por supuesto que no todo siempre es cierto, las chiquillas están con la tendencia a aumentar a veces los hechos, pero igual Sename los asume. Entonces, nos citaron a Sename y nos dijeron que había esta denuncia de maltrato de parte de la funcionaria, y que también había que clarificar la labor de la directora del hogar, porque como era religiosa, dijeron, tenía mucho trabajo y la dirección debería estar en otra persona.
¿Esto cuándo pasó?
En noviembre. Así que se tomó la decisión y se echó a estas dos funcionarias y, según lo que se sabe por otras tías, dijeron que el cura y la monja la iban a pagar. Se despidió a estas personas y según nos cuentan, porque todavía no tenemos acceso al expediente, a fines de noviembre pusieron ellas la demanda en Sename, apoyadas por una fundación que incluso ayuda al hogar que se llama Raíces, una ONG. Pareciera ser que estas personas prepararon bien la mentira. Así que Sename se hizo parte y no tenemos claro si en ese momento ya se avisó al Arzobispado.
¿Hicieron denuncia en el arzobispado?
Parece. Si no me han dado nada, me han tenido en la incógnita total. Cuando pregunté en el Arzobispado cuándo se presentó esta denuncia, incluso cuándo empezó el proceso canónico contra mí, no me dijeron nada. Y todo esto ocurrió el viernes, cuando llegó Fiscalía a decirme los cargos que tenían en mi contra. Y el arzobispado tomó la decisión de sacarme -eso está en el proceso canónico- de mis funciones. El problema es que les pedí que me dejaran en la casa del Clero que tenemos para sacerdotes y me dijeron que no, que me arreglara como pudiera.
Además le incautaron computadores.
La fiscal dijo que tenían la autorización. Primero, de allanamiento de morada.
A Ud. y a la monja.
Sí. Y nos allanaron. No destrozaron, sino que sacaron las cosas. Fue impresionante ver tu dormitorio, tu oficina, dada vuelta, buscando no sé qué cosa. Y el computador. Me preocupa el computador porque, como soy abogado del tribunal eclesiástico, manejo mucha información confidencial. Pero me dijeron que lo sentían mucho, que era parte de la orden. Así que, como delincuentes, tuvimos que salir ambos del hogar y yo de la casita que me tenía el hogar ahí, donde estaba viviendo.
¿La acusación exactamente qué dice? Que abusaba de niñas de cinco años.
De cuatro a siete años, que son las más chiquititas.
Y que lo hacía delante de la monja.
Claro. Que la madre “se prestaba para esto”, que era testigo de las violaciones que yo hacía… Entonces, si uno entra a pensar. Ya, aberraciones bastante grandes… Después esas niñitas violadas, que siguieran en el hogar, las tías las lavaban, cuidaban de ellas. ¿Cómo no se dieron cuenta? Imposible.
Y estas personas que los denuncian, ¿quiénes son?
Iris Quiroz y Edith Vega. Edith llevaba ya 10 años e Iris tres. Pero el trato no era muy bueno. Yo las había visto también, no era el correcto. Creo que el tema se ha desviado mucho: el tema es cómo proteger a los menores de los hogares, en qué medida los atendemos bien, porque vienen ya choqueados.
¿Cuál es el perfil de estas niñas del hogar?
Matrimonios quebrados, mucho daño sicológico, mucha violencia contra ellas; de todo tipo, verbal, física y sexual. Es un perfil sicológico de mucho deterioro en el aspecto afectivo, moral, sentimental. Entonces, pienso que se hizo la denuncia, pescaron y dijeron vamos a usar a estas cinco chicas. Pero cuando después vino Fiscalía el viernes a interrogar a las niñas, se dio cuenta que no había nada. Por lo que se nos ha dicho, el viernes tendríamos que haber quedado detenidos.
¿Quién les dijo eso?
Fiscales conocidos. El viernes, porque seríamos un peligro para la sociedad. Imagínate, la monja y yo, violentando a las niñitas… (Pero no pasó) porque no hay nada, porque somos inocentes.
IGLESIA
Ud es diocesano.
Sí.
Pero su historia va más atrás. ¿Ud. dice que fue testigo del caso del obispo Cox?
Me tocó vivir una situación cuando estaba en Serena, bien complicada, con monseñor Cox.
¿Cuánto tiempo estuvo ahí?
En una primera etapa, como tres años. Después volví también a trabajar, ya en el tribunal eclesiástico. Y esa etapa terminó con el asesinato de una religiosa peruana, por la postura que tuve frente a los hechos.
En ese momento había una persona detenida.
Claro, un enfermito mental… En ese momento, yo mismo escuché de Carabineros decir que “había que agarrar a quien fuera”, porque estaba saliendo el tema de Alto Hospicio, se estaban encontrando los cadáveres de las niñitas y se estaban dando cuenta que Carabineros no había actuado. Entonces, había que agarrar a toda costa a un «tontito». Y ese tontito fue el pobre Armando, que pagó el pato. Después se agarró al verdadero, pero como se tenían dos y no quiso decir “nos equivocamos”, se optó por meter a los dos presos. Coautor. Y el cura está mintiendo. Y él estuvo siete años preso.
¿Y eso le valió un traslado?
Más que un traslado, el obispo de Serena me dejó sin nada. Me quitó trabajo, me quitó toda ayuda, me dejó en la calle. Me vine a Santiago y me recibió monseñor Errázuriz, al cual le agradezco; me acogió muy bien. Sabía, tenía claro, que debía guardar silencio de todo lo que había sucedido y empecé a trabajar acá, donde ocurre esta situación en que, diríamos, no me puedo quedar tranquilo. Aquí no hay nada que probar pero si se puede llegar hasta a manipular a las niñitas, corro el riesgo de ir a cárcel. En este momento dependo de las niñitas.
Y de los peritajes.
Claro, y de los peritajes. Pero por lo menos hasta ahora se ve que los peritajes no han dado resultado.
Lo que es un punto para Usted.
Claro. Y para la madre, también, porque ella está como coautora del delito.
¿Por qué un sacerdote puede ser un abusador?
Porque también caemos dentro de las enfermedades propias del ser humano. También nosotros tenemos desviaciones sexuales y sicopatías que tienen todos los humanos.
En el diario decía “hay homosexuales en la iglesia”. Pero la homosexualidad en sí misma no tiene ningún carácter de delito.
Lo es cuando me aprovecho de los jóvenes. Nosotros en la iglesia no perseguimos ni sacamos a los sacerdotes homosexuales, porque esa no es la cosa.
No, llegan a obispos.
Ja. El problema es que esa desviación atente contra el otro. O yo, como sacerdote homosexual, sea escándalo donde la gente sabe que tengo mi pareja. Y eso no debe ser.
Y el abuso sexual. ¿Por qué?
Insisto. Muchas veces esa distorsión que hay, como sacerdote la ejerzo, y tengo mucho más privilegios que otra persona, porque un desviado sexual en un entorno matrimonial, su jurisdicción por decirlo así para atacar es mucho menor que la nuestra; la de los sacerdotes es mucho más grande: colegios, hospitales, la atención, la dirección espiritual. El rango es mayor.
¿Le han tocado colegas, compañeros de generación, gente que haya conocido, que hayan incurrido en esto?
Sí.
¿Cómo viven ese proceso?
Es muy duro.
¿Le costó convencerse que fuera cierto?
No. Primero, converso con las víctimas y después de un análisis profundo de eso me ha tocado incluso hacer denuncias. Dos veces tuve que denunciar a un sacerdote porque ya había que pararlo, se estaba aprovechando de los niños y eso no había llegado a nada tan fuerte, pero había tocaciones y eso y hubo que pararlo.
¿Y le costó convencerse, nunca tuvo dudas?
No, porque los vi, los hechos eran flagrantes.
¿Qué pasó con él?
Lo sacaron del lugar y lo llevaron al sicólogo y después dejó el ministerio.
Ese es un caso. ¿Y el otro?
El otro, gracias a un tratamiento sicológico bueno, pudo rehacer su ministerio. Pero ahí se descubrió la cosa a tiempo, no se cambió.
¿No había abuso consumado?
Claro. Había ciertas desviaciones. Se descubrió a tiempo la actitud del sacerdote, se hizo un buen tratamiento y listo.
¿Ellos se dan cuenta?
Sí. Es gente que sufre. Un sacerdote sufre cuando siente que está pasando a llevar su ministerio y por eso es que tenemos dos sacerdotes que se ahorcaron.
Rimsky y…
El padre René, el año pasado.
¿Los conocía?
A uno. A Rimsky Rojas, lo conocí en Concepción.
¿Rimsky Rojas había tenido denuncias de abusos sexuales?
Claro. Y cayó en una depresión caballa.
COX
Cuénteme su experiencia con el caso Cox.
Fue una situación donde descubrí al obispo en una relación homosexual.
¿Con un menor?
No era menor. Era un adulto ya, un joven pero me parece que tenía más de 18 años.
¿Era algo que podía calificarse como abuso sexual o era una relación consentida?
No sé si relación consentida. Pero creo que implica un abuso: una autoridad, cierto, está abusando de su poder frente a un joven.
¿Y era otro religioso?
No, era un joven laico.
Pero los sorprendió in fraganti.
Sí.
En el obispado.
En el obispado.
Y qué pasó ahí. Cox le dijo algo. Lo retó.
No, no, no. Él pensó que yo no había visto nada.
¿Qué vio exactamente?
Me pidieron la otra vez que tuviera reserva del caso. Lo único que digo es que era abuso sexual, que posteriormente junto a otros casos que fui sabiendo, sobre todo de gente cercana que fue abusada por monseñor, opté por denunciarlo porque me di cuenta que los otros sacerdotes no me iban a apoyar, porque consulté con varios y me dijeron “no, mejor que te quedes callado”.
¿Dónde lo denunció?
A la Conferencia Episcopal. En esa época estaba don Carlos González y monseñor Alejandro Goic.
¿Y cuánto pasó entre la denuncia y la salida de Cox?
Muchos años. Me fui a estudiar a Colombia, saqué el doctorado, volví y todavía estaba la situación. Hasta que ya después ocurrieron los hechos y monseñor abandonó el país.
¿Usted presentó casos a dos obispos?
Sí.
¿Y ellos no hicieron nada?
No, creo que ellos actuaron. Me parece que fueron a la Nunciatura, que -diría- es el paso correcto y presentaron el caso. En eso, don Alejandro y don Carlos actuaron.
¿Se hizo investigación eclesiástica sobre Cox?
No sé. No tengo referencias de eso.
Porque la impresión que quedó es que lo agarraron y lo sacaron del país antes que saliera la denuncia y lo encerraron en Alemania.
Claro. Pareciera ser que no hubo investigación eclesiástica y que se optó por esa vía, por la salida de él.
Por protegerlo.
Sí.
Es fuerte esto de las protecciones en la iglesia.
Sí.
De la que Ud. parece no goza, por cierto.
Jajaja.
¿Por qué a Ud. no?
¿Por qué no me protegen? No sé. Creo que tengo que ser fiel a mi ministerio y a lo mejor caigo mal porque digo las cosas. Y porque creo en una iglesia servidora de los más pobres, con un perfil más cercano. En este momento, soy pobre pobre porque no tengo nada, no tengo dónde caerme muerto. No tengo nada. Me quitaron mi trabajo, mi función, mi lugar donde vivir.
EL PROCESO
Usted venía vestido con el cuello blanco.
No, venía vestido de negro no más. Porque el cuellito blanco hoy en las micros y en el Metro…
No es bien mirado.
No es bien mirado.
¿Lo ha sentido?
Sí, montón; insultos. Yo trabajo en lo que se llama Pastoral de Fronteras, que es no trabajar con la mayoría que no es gente católica, no es gente practicante. Trabajo con la gente de afuera, Posta Central, hospitales, donde muchas veces somos mal mirados, insultados. Se nos saca hasta la mamá.
Por el tema del abuso.
Por el tema del abuso. Está muy fuerte.
La iglesia ha perdido mucho poder hoy. Me acuerdo que lo de Tato, fue potente y que paró en la Suprema, cuando revierten el fallo que había dicho que la iglesia era responsable del Tato. Es decir, que había indemnización económica. ¿La iglesia es responsable de su gente?
Sí. El obispo es responsable de su clero, y él tiene que velar para que su clero sea lo más apostólico y santo posible.
Y si hay demandas civiles, ¿es responsable la iglesia? Como abogado.
Tendría que ser responsable. Nosotros somos parte de la iglesia.
Deberían pagar, entonces.
Por supuesto. Y eso es lo que pasó en Estados Unidos, ya.
Y eso llevaría a la bancarrota a la iglesia chilena, aunque Valech les dejó como cien millones de dólares y Angelini y Ricardo Claro no quiero pensar cuánto les dejaron.
Claro, la iglesia es responsable de sus sacerdotes y por eso que tiene que cuidarlos.
Y por qué lo tienen tan botado, entonces.
No sé.
Le están pasando una cuenta.
No creo que sea cuenta, sino que están actuando conmigo como que yo fui culpable. La iglesia no me cree que no soy culpable.
Mal momento para ser acusado.
Sí, por supuesto. En el contexto, imagínate. La cantidad de curas que están en estos momentos desfilando por los tribunales.
¿Tiene miedo del proceso?
Por supuesto tengo temor. Estos días he estado en la cárcel visitando a un amigo que está preso precisamente también por haber sido, se le dijo que había hecho tocaciones. Es laico, sí. Profesor. He visto todo el tema de cómo lo detuvieron, cómo lo llevaron preso. Entonces, por supuesto tengo miedo. Yo dependo del testimonio correcto, bien hecho; si se llega a juicio, un juicio bien hecho. Y espero que así sea, que se busque la verdad por protección a las niñitas, no tanto al cura.
Qué va a pasar con Usted.
¿Conmigo? Manejar un taxi.
Supongamos que esto se despeje. ¿No vuelve a la iglesia?
Hay varios sacerdotes que manejan taxi.
¿Si la justicia lo declara inocente?
Creo que tengo que volver. No he hecho ningún daño.
Foto: www.radiosantiago.cl