DECLARACIÓN PÚBLICA

Diocesis de Copiapo'
July 25, 2014

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El electo Obispo de Copiapó, Mons. Celestino Aós, envió desde España -donde se encuentra en estos días- un saludo a la diócesis.

En sus palabras, el sacerdote hace un reconocimiento a la labor de Mons. Gaspar Quintana, a quien manifiesta su cercanía y afecto, y saluda de manera especial “a los sacerdotes, a los diáconos, a los seminaristas, a los miembros de las Congregaciones Religiosas y de los Institutos del Vida Consagrada”, y agrega: “Espero el apoyo de sus oraciones, espero que juntos sumaremos fuerzas y servicios”.

“Estimadas hermanas y estimados hermanos: Paz y Bien. Sí, que Jesucristo el Señor, ponga Paz en el corazón y en la familia de cada uno de ustedes; y que disfruten de los bienes materiales de la vida como un signo de que disfrutan del gran Bien que es Jesucristo.

Les envío este saludo desde Navarra, donde fui bautizado y comencé a ser cristiano; les escribo con un gran deseo de llegar entre ustedes, para ponerme a su servicio. Mirando a Jesucristo también nosotros exclamamos “Tanto amó Dios al mundo”, tanto ama Dios a nuestro mundo… Con todas sus luces y maravillas de bondad, pero también con tantos pecados, problemas y desafíos. Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amar a los hermanos… No esperemos otros tiempos “mejores”; ahora es el tiempo, ahora debemos amarnos en la familia, en nuestra Diócesis, en el País.

Ustedes han sabido a lo largo de estos años el amor de su Pastor y Obispo Monseñor Gaspar Quintana; han constatado cómo era su entrega y servicio, han escuchado sus enseñanzas, han participado de las celebraciones de los misterios del Señor. Jesús, el Buen Pastor, lo recompensará. Yo espero expresarle mi afecto en un abrazo fraterno cuando llegue por Copiapó; y a ustedes, hermanas y hermanos, les pido: sigan queriendo a Monseñor Gaspar, sigan manifestándole su aprecio y agradecimiento de los mil modos que el amor propone; y, siempre, siempre, sigan rezando por él.

En este saludo, forzosamente breve, quiero mencionar a los sacerdotes, a los diáconos, a los seminaristas, a los miembros de las Congregaciones Religiosas y de los Institutos del Vida Consagrada. Espero el apoyo de sus oraciones, espero que juntos sumaremos fuerzas y servicios. En esta hora grande y hermosa que vivimos el Señor nos ha llamado con nuestra vocación y carisma para dar testimonio de que Jesucristo es el Señor, y en Él está la salvación.

A la luz del Espíritu Santo la Virgen María se hizo Servidora de la Vida; y bajo el Amparo de Nuestra Señora del Rosario queremos servir a la vida en los enfermos, los ancianos, los empobrecidos, los privados de libertad, los niños que van formándose y creciendo en el seno de sus mamás, los que dudan de su fe, o los que pierden la esperanza en la vida. Sí, bajo el amparo de la Virgen María, madre del Señor y Madre de la Iglesia, pongo todo mi servicio y ministerio entre ustedes.

Hermanos y amigos todos: desde la distancia geográfica, pero en la cercanía del corazón, les pido que recen por mí un padrenuestro y un avemaría. Yo rezo por todos y cada uno de ustedes y sus familias: que el Señor los bendiga con la Paz y el Bien. Hasta pronto”.