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El Día Después Del Episcopado Y El Destino De Arteaga By Pilar Palma, Jorge Poblete and Natalia Ramos LA Tercera April 10, 2011 http://diario.latercera.com/2011/04/10/01/contenido/reportajes/25-65245-9-el-dia-despues-del-episcopado-y-el-destino-de-arteaga.shtml El obispo Andrés Arteaga (51) abandonó serio el salón plenario de Punta de Tralca, el viernes pasado. En los patios de la casona sacó un frasco y, como lo hace todos los días desde hace algunos meses, tomó una pastilla para combatir el mal de Parkinson que lo aqueja desde hace 10 años. Era cerca de la una de la tarde y en el recinto religioso se daba por concluida la 101 reunión del clero diocesano, que congregó a 32 obispos a partir del lunes y terminó con un histórico mea culpa por los casos de abusos sexuales. El obispo auxiliar de Santiago enfrentó ese día a una decena de camarógrafos, a quienes explicó el sentido de la carta que firmó con otros tres sacerdotes que junto a él se formaron en la parroquia de El Bosque y que el jueves asumieron la culpabilidad de Fernando Karadima. Arteaga había sido su amigo, hombre de confianza y en 2006 desestimó las acusaciones en su contra, en el marco de una investigación eclesiástica. También criticó con dureza a sus denunciantes, luego de una opinión que le solicitó el cardenal Francisco Javier Errázuriz. "Asumo mi responsabilidad en las cosas que he dicho y no he dicho", dijo el viernes. El nuevo destino de Arteaga ya estaba a esa altura claro. Tras el fallo del Vaticano en contra de Karadima y la remoción del obispo del cargo de vice gran canciller de la Universidad Católica, en 17 de marzo, el arzobispo Ricardo Ezzati le había recomendado que guardara un perfil bajo. "Ya me mataron", diría a sus cercanos días después, al abordar su futuro en la Iglesia tras su salida del cargo en la UC. Desde entonces, su tiempo lo dividió en corregir algunas tesis en la universidad -donde ya dejó de ejercer como docente- y preparar un viaje a Navarra, en España, para iniciar un tratamiento experimental para enfrentar el parkinson. "El arzobispo me dijo que mi primera tarea era recuperar mi salud", señala Arteaga a La Tercera. El cura cuenta que la enfermedad la detectó hace siete años, cuando se cargaba hacia un lado mientras manejaba. Entonces se realizó un escáner cerebral y el médico le recomendó tratarse en Navarra, donde ya se ha realizado algunos exámenes y chequeado un problema a un riñón. "Hay dos tipos de operaciones. Una es la sucraneana profunda, en donde se meten unos electrodos y es muy compleja. La segunda es meterme un virus (en la cabeza) por una cánula, pero el problema es que no se sabe qué efectos tiene eso después", dice el obispo. La fecha de su partida a Navarra y el tiempo de su estadía en España no están del todo claros, aunque sus cercanos señalan que comenzaría en julio próximo. El 25 de ese mes se festeja la Fiesta del Apóstol y en diversas fuentes eclesiásticas señalan que Arteaga dejará en esos días el cargo de obispo auxiliar de Santiago. "Ya le encontraremos otra cosa", habría dicho en privado el arzobispo Ezzati. Al respecto, Arteaga es cauto. Señala que el viaje aún lo está pensando, que incluso podría durar una semana, y no descarta continuar como obispo auxiliar de Santiago. "Sólo voy a que me digan cómo estoy, a consultar una opinión, pero no tengo nada decidido". Como sea, en el entorno de Arteaga señalan que los síntomas de su enfermedad han ido en aumento. Ya no puede manejar y, según dice el prelado, si no toma sus remedios "no puedo moverme". El nuevo destino de Arteaga ha ido de la mano de un cambio de residencia. Hace una semana abandonó la casa donde vivió desde 1999, en la comuna de Ñuñoa junto a Javier Barros, ex miembro de la Unión Sacerdotal. Fue el propio Ezzati quien le habría aconsejado el cambio de dirección al obispo, que algunos de los denunciantes de Karadima lo han acusado de ser testigo de las conductas del ex párroco de El Bosque. En tanto, la jueza Jéssica González pidió vía exhorto los antecedentes del caso al Vaticano. Arteaga ya se encuentra residiendo en la Capilla del Sagrario, en la Plaza de Armas, a un costado de la Catedral. Es un antiguo edificio de dos pisos, donde vive con dos mienbros de la Unión Sacerdotal: Francisco Manterola y Cristián Hodge. En estos días, cuentan sus cercanos, el obispo ha sido crítico respecto de Karadima, su estilo y la forma en que "personalizó" la labor de guía espiritual (ver nota secundaria). La llegada de Arteaga a su nueva residencia coincidió con el inicio del cónclave de obispos en Punta de Tralca. El lunes por la tarde y todo el martes los obispos los dedicaron a conversar extensamente sobre las causas de abusos sexuales en la Iglesia chilena. El clima apuntaba a buscar acuerdos. Así al menos fue el tono de las intervenciones de Ezzati. Al día siguiente se trató uno de los puntos que los propios obispos reconocen como una de las grandes debilidades de 2010: el manejo comunicacional de la crisis. Los invitados a la sesión matinal para tratar el tema fueron expertos del Opus Dei: Juan Manuel Mora, vicerrector de Comunicación Institucional de la Universidad de Navarra; Diego Contreras, decano de Comunicación de la Università della Santa Croce, y el sacerdote José María Gil Tamayo, director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Medios de la Conferencia Episcopal Española. Mora había participado en el manejo de crisis del Opus Dei, luego de que apareciera el libro y la película El código Da Vinci. El académico y los otros invitados abordaron la mañana del miércoles la forma en que se comunican las instituciones en la actualidad y cómo enfrentaban las crisis. No hubo alusiones a la situación actual de la iglesia en Chile, aunque sí se habló de cómo se enfrentaron casos complejos de otras entidades, como empresas. Más tarde vendría un coloquio entre los obispos y el encargado de comunicaciones del Arzobispado, Jaime Coiro. Ahí se habló del tratamiento de las noticias y cómo acoger de mejor manera a los medios. "Fue una suerte de diagnóstico comunicacional de la diócesis y de la Iglesia en general. Se abordaron algunos asuntos críticos y se coincidió en la necesidad de enfrentar con verdad y transparencia las crisis", señalan fuentes eclesiásticas. Las jornadas eran maratónicas. Los obispos se levantaban a las 6, iban a misa y tenían cuatro sesiones diarias de reflexión de una hora y media. Comían juntos productos marinos y muchos de ellos se dormían cerca de las 11 de la noche. Antes solían ver televisión en un datashow. El miércoles por la noche, Ezzati y algunos obispos tenían sintonizado TVN cuando transmitieron el testimonio de Mónica Salinas, una ex alumna de las Ursulinas de Maipú que acusó haber sido besada por Isabel Lagos Droguett -la madre Paula- entre los 12 y los 15 años. El testimonio fue ampliamente comentado y Ezzati anunció posteriormente que iniciaría una investigación, por tratarse de un colegio de su arquidiócesis. En la mañana de ese mismo miércoles comenzó a redactarse el mensaje de cuatro páginas de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal. Había acuerdo en el fondo, pero no en las palabras: los obispos sabían que querían decir que la respuesta de la Iglesia frente a los casos de abusos había sido insuficiente, pero la sentencia de "reconocemos que no siempre hemos reaccionado con prontitud y eficacia ante las denuncias" generó discusión. En algunos pasajes del encuentro, los cuatro obispos de la Unión Sacerdotal repetían que "no tenían idea" de los delitos por los que se condenó a Karadima en primera instancia. El viernes, tras difundir el mensaje con el histórico mea culpa de la Iglesia chilena, los obispos se pasearon por los jardines de Punta de Tralca aceptando las preguntas de la prensa, a diferencia de otros años, en que se mantenían alejados o subían rápidamente a sus autos. A esa altura, una de las resoluciones de la Conferencia más destacada por los asistentes era la reformulación de los protocolos para enfrentar los casos de abusos. Los presentes relatan que su elaboración había sido encomendada a fines de 2010 a la comisión jurídica del comité, integrada por los abogados Jorge Precht, Ana María Celis, Hernán Corral y el obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González. La reforma busca dar mayor celeridad a las indagaciones y, entre otras cosas, especifica qué tipos de delitos canónicos serán tratados en el país y cuáles serán competencia del Vaticano. La iniciativa irá acompañada de la creación de una unidad de atención a víctimas y de un manual de mantención de ambientes seguros, especialmente para jóvenes y niños que asisten a parroquias, pastorales y colegios católicos. El nuevo diseño había comenzado a fraguarse en el verano, en Washington. En esos días, el canciller del Arzobispado, Hans Kast, observó los protocolos de "ambientes sanos" que se ocupan en ese país. |
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