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	Iglesia Católica: Entre El Encubrimiento Y LA Protección De Poderosos LA Nacion April 5, 2011 http://www.lanacion.cl/noticias/site/artic/20110405/pags/20110405092508.html Si pensamos en los últimos acontecimientos de la Iglesia Católica chilena y frente a lo que representa la sanción por parte del Vaticano al Padre Karadima, tanto en sus efectos y como fenómeno social, nada hacía suponer que el problema no sólo era mayor a lo conocido y sancionado por las máximas autoridades de la Santa Sede, sino que lo sorprendente es cómo la Justicia Chilena calla frente al tema, desconoce los hechos, da un trato privilegiado a los agresores y desoye el padecer de las víctimas. Frente a este hecho discriminatorio, la Iglesia Católica establece una especie de presión a nivel de tribunales de Justicia, empresas y grupos económicos, para que estos callen el tema y no permitan que se filtre. Muchos de nosotros suponemos que la Iglesia Católica se viste con las sedas del recato, juzga de manera destemplada a los trasgresores, pero cubre de impunidad y con silencio a sus partidarios frente a los actos de dudosa moral. El testimonio de James Hamilton en el programa Tolerancia Cero, es una muestra de esto último. Los culpables gozan de una serie de privilegios, donde los resguardos se constituyen a través de una red de protección para que el tema no trascienda y quede como parte del anecdotario de un grupo de personas no deseables dentro de la institución. Es curioso cómo estos mismos grupos, dentro de su rol de prohombres de la sociedad, se jactan en público del deber ser. Es, por decirlo de algún modo, el doble estándar de los grupos señoriales, que una sociedad como la nuestra ya no tolera y que lentamente exige cambios. Cuando se analiza el deterioro de la Iglesia Católica en Chile, se entiende por qué goza cada vez de menor influencia en la ciudadanía. En la actualidad, no supera el 46% de validez como tal. Podríamos decir, que en una sociedad abierta las valoraciones fluctúan mediante el nivel de conocimientos o certezas que cada uno de nosotros puede establecer a través de los actos públicos de nuestros próceres. Hechos que cada uno espera se condigan con sus roles, para que la consonancia social y práctica den como resultado las valoraciones que establecemos para cada caso. No es casualidad que nuestro desmedro sea directamente proporcional con el nivel de enjuiciamiento que existe de la sociedad en su conjunto. En los casos de abusos que incriminan al Padre Karadima, muchos se encargaron de ocultar el hecho, incluso impidiendo que los medios de comunicación publicaran la noticia, bajo el argumento de no romper la institucionalidad de la Iglesia Católica chilena. La subyugación que establece el dogma de la fe por sobre la racionalidad de los actos de cada uno de sus feligreses, los lleva a callar y no denunciar, los hace sentir culpables para nunca delatar a sus jerarcas. En Chile existen empresarios muy poderosos e influyentes; alcaldes, políticos, cardenales y civiles, que han tratado de sepultar el asunto y de amenazar a quienes realicen una denuncia, hasta el punto de expulsarlos, sus trabajos. Hay incluso medios de comunicación que no investigan el hecho como corresponde, por recato, pudor mal entendido o miedo a ser sancionados.
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