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Confianza en la Legion El Pais April 7, 2009 http://www.elpais.com/articulo/madrid/Confianza/legion/elpepuespmad/20090407elpmad_11/Tes Si no hubo jerarquía alguna de los Legionarios de Cristo entre los invitados a la solemne boda de la hija de la concejal de Medio Ambiente de Madrid, cuyo listado obedeció a las admiraciones, afectos e intereses de la familia de la concejal, es evidente la ausencia de cualquier relación de la edil citada con los famosos legionarios. Nadie que fuera algo para ella y su familia faltó a aquella boda, como sabemos. Pero es algo más que un rumor y no una insidia que la ejemplar congregación cuenta entre la derecha española de hoy con adscritos y admiradores muy conocidos y entregados, tal vez antiguos devotos de san Marcial Maciel. Y quizá por eso cuatro de los 17 centros madrileños de participación e integración para inmigrantes, puestos en pie y pagados con nuestros impuestos, han sido encomendados por el Gobierno de la Comunidad a los Legionarios de Cristo. Es natural que así sea si la concesión se debe a la confianza de la presidenta en esa congregación religiosa, al objeto de que los inmigrantes no caigan en malas manos y terminen maleducándose en ciudadanía, con los consiguientes riesgos para la sexualidad foránea, ya se sabe la experiencia que tiene la presidenta en esos asuntos, y sin que suponga por otra parte una merma en modo alguno para los intereses económicos de esa pía organización, que ha preferido siempre los colegios de abolengo y los centros educativos de influencia. Bien es verdad que el historial de su fundador, Marcial Maciel, jalonado de abundantes prácticas de pedofilia, no constituye precisamente un aval para la congregación, y podría suponer un reparo a la hora de confiar criaturas púberes a quienes siguen su ejemplo, pero bastante cruz tienen ellos con no poder subir a los altares a un fundador tan peculiar. Al llevar al altar a un fundador, sus hijos o hijas no sólo pretenden rendir culto a un líder espiritual o a una lideresa, que también, sino mostrar su ejemplo. Y tener como ejemplo a un pedazo de pedófilo obsesivo, condenado por el Papa cuando ya no había posibilidad de mirar para otro lado, como le ha pasado a los Legionarios de Cristo, y más llamándose ellos así, que bien parece el nombre la garantía de un ejército de machotes, supone una de las peores condenas que pueda haberle caído a esta congregación mejicana con la que siguen cantando devotas rancheras destacados miembros de la derecha española. No hay orden religiosa que no tenga a su fundador en los altares ni congregación que no esté en trámites para tenerlo si el fundador o fundadora ha pasado ya de esta vida a la otra. A pesar del alto coste económico que suponen los procesos de beatificación y canonización, que son carísimos, hay monjitas que se empeñan hasta las cejas por ver a su santa madre en una hornacina. Y, aún en vida, la santa madre se prepara. Se dice del fundador del Opus Dei que guardaba los dientes que le extraían para las reliquias futuras. Mala suerte, pues, la de Marcial Maciel y sus hijos: al fundador le descubrieron su impostura antes de irse de este mundo (todo por indiscreto, por no lograr contenerse) y los legionarios se quedaron sin más padre que el Eterno. Si lo hubiera investigado Baltasar Garzón, ya estaría el juez en el infierno y san Marcial Maciel venerado en Madrid y Valencia. Ahora bien, bueno fuera que un notorio paradigma de la doble moral tan apreciada -los ejemplos de pecado aberrante de Maciel no hubieran tenido gracia alguna si mientras sobaba a los chicos no hubiera dado mandobles a los pecadores avergonzados e irredentos- acabara con su propia obra. Y menos cuando, al saberse recientemente que tuvo una hija oculta por añadidura, el hecho de que alguna vez frecuentara mujer alivia la idea de que le gustara hacérselo siempre con muchachos. Así que si, a pesar del reparo que debe dar mandar un hijo a un colegio con principios inspirados por un pederasta, la presidenta entrega los inmigrantes a los hijos de Maciel, ella sabrá si lo hace para integrarlos y en qué. Pero quizá ha tenido en cuenta la orfandad de los Legionarios de Cristo para sentirse impelida a contribuir a la extensión apostólica de la obra de Maciel a costa de las arcas públicas. Y hasta es posible que de no haberse descubierto la desmesurada querencia del fundador por el sexo joven, de haber puesto freno a su lujuria ese insensato, y llegar ese pecadorazo a ser un san Marcial Maciel en un retablo, Aguirre lo hubiera nombrado patrono de las unidades de sedación por su adicción a la morfina y lo pasearía ahora en procesión con sus médicos de confianza. Eso sí, la procesión con lazo, y blanco. |
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