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  El Proceso De Seleccion De Curas

La Opinion
August 20, 2007

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El sacerdote Joseph Dass, originario de Burma, y ahora párroco asistente de la iglesia St. Linus, en Norwalk, nunca imaginó que para ejercer su trabajo tendría que someterse a un chequeo criminal por medio de sus huellas digitales.

Tampoco imaginó que actitudes comunes en su cultura, como pinchar cariñosamente la mejilla de un niño o darle un abrazo, serían razón de sospecha contra él, o cualquier otro sacerdote que lo hiciera.

"Aquí he aprendido a mantener las distancias", dijo el cura. "También tengo que medir mis palabras, como por ejemplo en las homilías. Trato de escribirlas por anticipado, para no cometer ningún error".

Las cosas no son como antes para los sacerdotes que trabajan en los Estados Unidos. Desde el escándalo de abuso sexual a niños que comenzó a sacudir a la Iglesia Católica a principios de esta década, ya nadie asume que por llevar sotana, la persona es automáticamente de confiar.

Tampoco es suficiente, como lo era hace 20 ó 30 años para un joven aspirante a seminarista, una carta de recomendación del pastor de su iglesia para ser aceptado en los estudios de sacerdocio.

El padre James Forshen, de la oficina de Vocaciones de la Arquidiócesis de Los Ángeles, recuerda que cuando él entró al seminario hace más de 30 años, el peor temor que había sobre el prospecto de cura era "si no se saldría del sacerdocio para casarse".

"Ni soñábamos con estas cosas", agregó Forshen, quien explicó que los prospectos de seminaristas, hoy en día, tienen que pasar por un proceso "tremendo" de selección.

"Se los decimos cuando vienen, que es un proceso que se va a inmiscuir en todos los aspectos de su vida. Examinamos todo, desde su salud, hasta su récord criminal, su historia financiera y educativa, donde trabajaron, etcétera", explicó Forshen. "Además, pasan por al menos dos niveles de evaluación psicológica y averiguamos todo, cómo fue su niñez y sus antecedentes culturales, su familia, etcétera".

El proceso completo dura de seis a nueve meses, y al final, de un 50 a un 60% de los hombres que llegan a pedir su entrada al clero, no son aceptados, indicó.

"Pienso que es un buen proceso", dijo Forshen, aunque reconoció que "no hay prueba psicológica que puede determinar que alguien es pedófilo o pederasta, aunque las pruebas sí pueden mostrar tendencias, defectos de carácter… hacemos lo más que podemos para evitar que este tipo de personas entren en el clero".

La mayoría de los casos de abuso presentados en tribunales contra la Arquidiócesis de Los Ángeles, databan de varios años o décadas. Recientemente, la Arquidiócesis entró en un acuerdo extra judicial para pagar más de 660 millones de dólares a víctimas de abuso.

La Arquidiócesis mantiene que ningún sacerdote abusador se encuentra trabajando activamente en este momento, aunque reconocen que este es un problema que requiere vigilancia constante.

Portavoces de la Red de Sobrevivientes de los Abusados por el Clero (SNAP), y que en Los Ángeles lucharon por años para que la Arquidiócesis diera a conocer los archivos completos de sacerdotes abusadores, dijeron dudar que este proceso haya resuelto el problema.

"Hay personas en el ministerio actualmente que han sido acusados creíblemente. Hasta que los retiren a todos, es peligroso confiar en que el problema se ha superado", dijo Lee Bashforth, de SNAP.

Aunque el proceso de selección de candidatos al sacerdocio ha ido endureciéndose desde los años noventa, las actuales y más estrictas políticas de la arquidiócesis datan desde que la Conferencia de Obispos Católicos instituyó, en 2002, su Estatuto para la Protección de Niños y Jóvenes.

Actualmente, la Arquidiócesis tiene políticas expresas que detallan no sólo la revisión constante de antecedentes de los trabajadores, incluyendo a sacerdotes, sino las reglas de comportamiento que han de seguirse en el trato de menores de edad. Las reglas pueden leerse, en español en la siguiente dirección de internet: www.archdiocese.la/protecting/espanol/index.php

Hasta ahora, según informaron portavoces de la Arquidiócesis, más de 50 mil personas han pasado por la revisión de antecedentes penales. La Opinión pidió cifras de cuántos empleados o sacerdotes han sido rechazados debido a problemas con los antecedentes, pero la información no fue proporcionada.

 
 

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