http://ciperchile.cl/2012/06/29/investigacion-eclesiastica-contra-precht-reunio-una-veintena-de-testimonios-de-abusos-sexuales/
El informe que recibió el arzobispo Ezzati acerca de las denuncias que afectan al sacerdote Cristián Precht, contiene cerca de 20 testimonios de abusos cometidos contra varones que tenían entre 15 y 35 años cuando fueron objeto de las supuestas agresiones. “Masturbaciones”, “besos en la boca” y “caricias en el pecho que iban bajando”, son algunas de las conductas descritas. Paradójicamente, varios de los denunciantes manifestaron que aún aprecian al religioso. Uno de los personeros que conoció el proceso dijo a CIPER que Precht admitió que conoce a los acusadores y que refutó sus declaraciones.
Vea también: Jorge Cantellano: “Cristián Precht intentó que yo le tocara los genitales”
Una veintena de testimonios que describen abusos sexuales que habría cometido el sacerdote y ex vicario de la Solidaridad, Cristián Precht, contiene la investigación que acaba de cerrar el Arzobispado de Santiago, cuyas conclusiones fueron reveladas -sin entregar detalles de las acusaciones- el jueves 28 de junio. El comunicado oficial difundido por el titular de la arquidiócesis, el arzobispo Ricardo Ezzati, remeció a la opinión pública al señalar que los cargos contra Precht, reconocido por su labor en defensa de los Derechos Humanos en los años 80, son “verosímiles”.
El arzobispo Ezzati anunció que los antecedentes serían enviados al Vaticano, para que el proceso sea visto y fallado por la Congregación para la Doctrina de la Fe. En el comunicado, el prelado informó que el sacerdote Alfredo Soiza-Piñeyro se encuentra en una situación similar y que éste solicitó abandonar al ministerio sacerdotal. En el caso de Precht, éste optó por mantener su estado sacerdotal y preparar su defensa, la que encargó al presbítero Raúl Hasbún.
La situación del ex vicario generó un amplio interés mediático debido a que es una de las figuras emblemáticas del sector más progresista de la Iglesia Católica chilena. Precht fue uno de los fundadores de la Vicaría de la Solidaridad, tuvo un rol activo en defensa de los derechos humanos bajo el gobierno militar junto al entonces cardenal Raúl Silva Henríquez, ha sido vicario pastoral y secretario general adjunto de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam), entre otros cargos de alta figuración en el mundo eclesiástico.
Los pormenores de las acusaciones contra Precht, a los que CIPER tuvo acceso, sólo son conocidos por un puñado de personeros de la iglesia. Los testimonios fueron aportados por varones que tenían entre 15 y 35 años de edad al momento de los hechos denunciados, los que habrían ocurrido en las décadas de los ’80 y ‘90. Entre ellos figuran algunos que hoy son sacerdotes.
Aunque los episodios afecten a adultos, la justicia eclesiástica de igual manera los investiga como abusos si el clérigo abusador ostenta frente a su víctima una posición de autoridad espiritual o si hay un lazo de dependencia afectiva.
“Manoseos”, “caricias que comenzaban a la altura del pecho e iban bajando”, “besos en la boca”, “masturbaciones” y “actos homosexuales”, son algunas de las conductas atribuidas a Precht y que fueron descritas a CIPER por una de las personas que conoció los antecedentes contenidos en el proceso de investigación. El mismo personero indicó que estos comportamientos siempre se dieron en la intimidad, por lo que no hay más testigos que los propios denunciantes: “Los relatos señalan que el padre Cristián separaba a estas personas del grupo en que se encontraban, procurando quedar a solas con ellos”.
Uno de los denunciantes relató que en un paseo a la playa, Precht se desnudó para bañarse en el mar y lo invitó a hacer lo mismo: “Libérate”, le habría dicho.
“ME QUEDÉ PETRIFICADO”
Entre otras razones, los testimonios fueron calificados como creíbles por los investigadores debido a que varios de ellos fueron proporcionados por personas que no se conocían entre sí y describían detalles y patrones conductuales del acusado que se reiteraban. No obstante, también hubo casos en que el declarante aportó la identidad de otras personas que habrían pasado por lo mismo, lo que permitió ubicarlas e incorporar sus acusaciones al proceso.
Uno de los aspectos que llamó la atención a los investigadores y a quienes han revisado los antecedentes recopilados en el proceso, es que gran parte de los denunciantes dijeron que guardan aprecio y reconocimiento a Precht. Incluso, algunos manifestaron en sus declaraciones que habían optado por prestar testimonio con la esperanza de hacer un bien al sacerdote, a objeto de que tenga oportunidad de reconocer sus errores y “sanarse”.
Uno de los denunciantes habló con CIPER, bajo la reserva de su identidad. Los hechos que relata ocurrieron en el extranjero, donde esta persona vivía en un pequeño departamento de soltero. Durante tres días alojó a Precht, con quien mantenía un fuerte lazo de amistad. La última noche, recordó, el sacerdote entró a su habitación cuando él ya estaba acostado, se arrodilló junto a la cama y metió su mano bajo las sabanas para acariciarle el pecho:
-Me quedé petrificado. Yo acostumbraba a dormir sólo con calzoncillos. Él comenzó a bajar la mano lentamente, pero reaccioné. Le tomé la mano con fuerza y lo rechacé. “¡No!”, le dije. Él se retiró sonriendo, amable, como si no hubiese pasado nada.
AFECTO PATERNAL
Cristián Precht entregó el mismo jueves 28 una declaración pública en la que reiteró que seguía dispuesto “a contribuir con total transparencia (…), como lo he hecho en todo momento”, con la investigación de la Iglesia. En su comunicado también señaló que esperaba “que pronto se me permita conocer la totalidad del expediente que, hasta ahora, sólo conozco fragmentariamente. Ese será el momento de ejercer mi derecho a la defensa y exponer mis descargos”. (Vea la declaración de Precht difundida por Radio Cooperativa)
No obstante, un personero que maneja los pormenores del caso, señaló a CIPER que Precht fue informado íntegramente de las denuncias en su contra:
-Se le ofreció la posibilidad de que, ante la contundencia de las acusaciones, redactara una confesión. Inicialmente aceptó, pero luego envió un escrito en el que negó haber cometido los abusos. Admitió que conocía a las personas que lo acusaban, pero las fue refutando una a una. En algunos casos dijo que se había malinterpretado su “afecto paternal”. En otros, que su cariño había sido malentendido.
CIPER contactó al sacerdote Precht, pero éste se excusó de hacer declaraciones: “Gracias, pero comprenderá que este no es el momento. Yo también estoy impactado. Primero prefiero orar y después hablar. Así podré seguir dando la cara. Y lo haré mejor cuando pueda conocer el expediente y ejercer mi derecho a la defensa”, fue su escueta respuesta.
La defensa canónica de Precht fue asumida por el presbítero Raúl Hasbún, reconocido por su perfil conservador y por ser un acérrimo partidario del gobierno militar, en contraste con la imagen de su representado. Hasbún, en entrevista con CNN, informó que ya estaba preparando la defensa del ex vicario de la Solidaridad.
La denuncia que originó la investigación contra Precht fue formulada por la familia del sicólogo Patricio Vela Montero, quien a los 29 años se quitó la vida cuando residía en Estados Unidos. Vela se suicidó sólo unos días después de haber recibido la visita del sacerdote. Precht tenía una estrecha relación con el sicólogo desde la época en que éste era menor de edad y también mantenía un fuerte vínculo con su familia.
La acusación fue presentada por la viuda y los padres de Vela Montero en agosto de 2011 y el arzobispo Ezzati ordenó que se iniciara una “investigación previa” para determinar la veracidad de las imputaciones. Esa indagación estuvo a cargo del sacerdote jesuita Marcelo Gidi, quien no pudo acreditar si en el caso de Vela Montero hubo abuso. Sin embargo, en el curso de ese procedimiento comenzaron a aparecer otros testimonios que apuntaban contra Precht. Por esa razón, Ezzati ordenó que se iniciara otra investigación, denominada “proceso administrativo”, que quedó en manos del sacerdote español y vicario judicial de Santiago, Jaime Ortiz.
El jesuita que estuvo a cargo de la “investigación previa”, Marcelo Gidi, dijo a La Tercera que al haber posibles víctimas menores de edad es obligatorio derivar los antecedentes a Roma. Lo mismo manifestó el sacerdote que llevó el “proceso administrativo”, Jaime Ortiz, en una entrevista que concedió a CIPER cuando aún tenía a su cargo esa indagación (ver recuadro).
Los testimonios que recogió Ortiz y sus conclusiones fueron entregadas a Ezzati hace dos semanas. En busca de consejos y sugerencias sobre el camino a seguir, el arzobispo compartió estos antecedentes con dos asesores expertos en justicia canónica: el ex presidente del Tribunal Eclesiástico, Francisco Walker, y el salesiano David Albornoz.
Francisco Walker tuvo figuración en el proceso contra el sacerdote Fernando Karadima. Cuando aún presidía el Tribunal Eclesiástico, quebrantó su obligación de reserva al filtrar el testimonio del médico James Hamilton contra Karadima, a fin de facilitar la defensa del ex párroco de El Bosque, de quién era muy cercano.
Al tenor de los antecedentes que revisaron, Walker y Albornoz aconsejaron a Ezzati elevar los antecedentes a la sede pontificia para que el proceso de Precht sea visto por la Congregación de la Doctrina de la Fe, la misma que condenó a Karadima a una vida de oración y penitencia. El arzobispo acogió la sugerencia y optó por ese camino, lo que informó en el comunicado que difundió el jueves 28.
Varios de los denunciantes señalaron que, al igual como ocurrió con algunas de las víctimas de Karadima, veían a Precht como una autoridad espiritual intachable. Uno de ellos, por ejemplo, dijo que lo consideraba casi como la “reencarnación” de Cristo. Otros admitieron que inicialmente se culpaban por haber “provocado” sentimientos impropios en esta persona “santa”. Por lo mismo, el proceso eclesiástico que sigue ahora contra Precht deberá determinar hasta qué punto pudo haber usado su estatus de guía espiritual para facilitar eventuales conductas abusivas.
Vicario judicial: “No voy a omitir nada, por más crudo que sea”
Fue el informe preparado por el vicario judicial de Santiago, el sacerdote español Jaime Ortiz, el que hace dos semanas llegó a las manos del arzobispo Ricardo Ezzati y que motivó la decisión del prelado de enviar los antecedentes a Roma. Las declaraciones tomadas por Ortiz en el curso de su investigación sobre Cristián Precht son las que hicieron que Ezzati calificara como verosímiles las acusaciones. Hace algunos meses, cuando aún estaba recogiendo testimonios, el vicario Ortiz recibió a CIPER y comentó las particularidades de un “proceso administrativo” como el que estaba llevando adelante.
-¿Por qué el caso que afecta a Cristián Precht pasó de ser una “investigación previa” a un “proceso administrativo”?
La resolución del padre Marcelo Gidi sobre el informe que le había solicitado el arzobispo, ante una primera denuncia de abuso sexual, fue que no había abuso de menores o no se podía probar. Pero indicó que él creía que había que hacer una investigación para conocer si el padre Cristián Precht había faltado a los deberes sacerdotales y al celibato. Con esta conclusión del padre Marcelo, el señor arzobispo decide abrir un proceso de investigación que se denomina “proceso administrativo”. Esta investigación es un proceso administrativo y no un juicio canónico
-¿Cuál es la diferencia entre este proceso y el juicio canónico?
Un juicio es cuando el arzobispo nombra a un turno de jueces que tiene total autonomía para llevar el proceso, sentenciarlo e imponer una pena. Eso, siempre y cuando no estemos hablando de abusos a menores, porque ahí inmediatamente debe ser remitido a Roma, a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Acá se trata de un proceso administrativo, en el cual hay un juez instructor que recoge las pruebas, que en este caso soy yo. Mi trabajo termina cuando ya se han recogido todas las pruebas y, por ser un proceso administrativo, eso no puede tomar más de dos o tres meses. El procedimiento es entrevistar a los supuestos testigos, recoger pruebas y una vez que ya no hay más que recoger o a mí me parecen que son suficientes, entonces elaboro un informe y se lo entrego al arzobispo. Ahí termina mi trabajo. De ahí es el señor arzobispo el que, con el informe que recibe y asesorándose con otros dos sacerdotes, impone la sanción o la pena, si procede, y el proceso se termina.
-¿Si usted recibe un testimonio que indica que hay menores abusados sexual o psicológicamente, que pasaría?
Ahí mi labor es redactar el informe dando esas supuestas pruebas y diciendo que, en razón de éstas, el proceso debería ser mandado a Roma. Pero en ese caso sería también el arzobispo el que lo manda y no yo. Mi labor es ser instructor del proceso. La Iglesia ya ha hecho público cuales son las instrucciones en caso de denuncias de abuso a un menor cometidas por un clérigo. El caso se presenta en la oficina de atención a las victimas, que está en el Tribunal Eclesiástico. Si el denunciado es un religioso (miembro de una congregación), se manda la denuncia al superior de la congregación con copia al arzobispo. Si el denunciado es un clérigo diocesano, se manda la denuncia al arzobispo y éste decide el camino a seguir. En este caso se decidió realizar una investigación previa y, si en el curso de ésta se demuestra que hay veracidad de posibles abusos a menores, se manda a Roma.
-¿Han venido muchas personas a declarar ante usted por la situación que afecta a Precht?
Si han venido muchas o pocas, eso está dentro de la confidencialidad del proceso. Y no me corresponde hacer comentarios en ese sentido.
-¿Es una señal de transparencia del arzobispo que haya puesto a un sacerdote extranjero a cargo de un proceso con tanta connotación pública y que afecta a una persona con fuerte ascendencia sobre la Iglesia Católica chilena?
Eso tampoco me corresponde decirlo. Pero lo que sí tengo claro es que no voy a omitir nada de lo que durante el proceso pueda llegar a escuchar, por más crudo que sea, y tampoco voy a filtrar nada. Hace unos días tuve una visita de alguien importante en la Iglesia, quien, entre otras cosas, me preguntó en qué estaba el proceso. Y evidentemente no le dije nada. Mi informe, cuando esté terminado, será entregado al arzobispo.