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La ventilación de un nuevo caso de abuso que sacude a la Iglesia de Entre Ríos sacude –Juan Diego Escobar Gaviria, en Lucas González–, y cómo, también a una figura que hasta ahora reviste una mácula que lo pone a salvo de todo: el cura Ignacio Peries, de Rosario, el más conocido cura sanador.
Aunque desde 2005 está destinado a la parroquia San Lucas Evangelista, de Lucas González, su primer desino en la Argentina –es colombiano– fue Timbúes, un pueblo ubicado a 135 kilómetros de Santa Fe capital, en el departamento San Lorenzo. Ahí, en Timbúes, supo que podía convertirse en cura sanador.
Una mujer con una ceguera irreversible fue a pedirle que le impusiera las manos, y la curara.
–Y yo me negué. Le dije que eso lo hacía el padre Ignacio, y le dije eso: –Vaya donde el padre Ignacio, y pídale que le imponga las manos. No me hizo caso. Entonces, ella misma me agarró las manos y se las puso en los ojos. Ahí, yo, de prepo, dije un Padrenuestro, y más nada. Y a los quince días, volvió diciendo que yo la había sanando, usted me ha sanado, dijo. Ahí ya vi yo el signo de que el Señor quería que yo empezara a hacer bendiciones. Eso pasó ahí en Timbúes. En los tres años que estuve ahí, lo empecé a descubrir. Aunque yo, en mi oración incipiente, le pedía al Señor ser instrumento de sanación, un instrumento de Dios para ayudar a las personas que están en problemas.
Escobar Gaviria nació el 13 de mayo de 1958 en Medellín, Colombia, y desde que se ordenó se sumó a la Cruzada del Espíritu Santo, una congregación que en Argentina tiene a su cabeza máxima, el padre Ignacio Peries, el cura sanador por antonomasia, párroco de la Parroquia Natividad del Señor, en Rosario.
–Cuando llegué a Argentina, adonde me trajo el padre Ignacio, empecé a ver lo que él hacía. Y yo le pedí a él hacer lo mismo, le dije que yo quería aprender lo que él estaba haciendo. Pero él me decía: –Mira, esto no te lo puedo enseñar yo, si vos queres aprenderlo, arrodíllate mucho ante el Santísimo Sacramento, y el Señor te va a ir indicando, y él te va indicar el momento preciso en que vos tenés que empezar. Y así fue: a los tres meses de estar en Argentina, empecé con las misas de bendiciones.
Marcelino Moya junto a Escobar Gaviria.
En 2006, el arzobispo Mario Maulión dispuso la incardinación de todos los integrantes de la Asociación Clerical Cruzada del Espíritu Santo. Desde entonces, Maulión comenzó a ejercer la función de “obispo benévolo” o “patrocinante” de ese movimiento religioso que todavía no consigue el permiso del Vaticano para desenvolverse como congregación. En realidad, el obispo de Paraná. Ahora, el obispo benévolo es Juan Alberto Puiggari.
Los curas de la Cruzada empezaron a llegar a Entre Ríos a partir de 2004 en adelante. Luego, lentamente fueron yéndose por distintos motivos. Escobar Gaviria fue designado por Maulión al frente de la Parroquia San Lucas Evangelista, de Lucas González, en el departamento Nogoyá, en 2005.
–Estoy convencido de que la gente está necesitando de Dios. Entonces, no me causa extrañeza que haya tanta gente. La gente lo busca a Dios, y eso es lo importante. Eso es algo muy lindo. Máxime en un tiempo en el que la gente está indiferente, no descreída, más bien indiferente a las cosas de la religión. Pero tal vez por lo que está pasando, porque no ve un buen futuro, o el futuro es más bien incierto. La gente viene buscando paz, busca bienestar, busca salud, busca estar bien en su interior. Yo creo que cuando la persona está bien en su interior, se ven los problemas de otro punto de vista, con más paciencia, con más aguante, con más esperanza.
–¿Usted es un cura sanador? ¿Cura? ¿La gente se sana?
–Mira, primero salgamos un poquitito de ese rol de cura sanador. Todos los curas somos sanadores. Incluso, mira, la palabra cura viene de ahí: es alguien que cura el alma. Y está comprobado científicamente que muchas enfermedades vienen del alma. Muchas enfermedades físicas vienen del alma. Y con el acercamiento a Dios, a Jesús, puede sanar esa parte física. Ha habido muchas sanaciones físicas, pero no porque yo las sane, sino porque las sana Cristo. Eso es lo primordial, lo que hay que tener bien en cuenta: es Cristo el que está sanando. De pronto queremos endiosar al cura, y no es ahí. Pero ante todo hay que dejar a Jesús que sea el que aparezca, y uno menguar.
La Cruzada tiene sede en Paraná. La casa del padre Ignacio está ubicado sobre calle Comandante Espora al 500.
La casa del padre Ignacio en Paraná es, en realidad, una mera formalidad canónica. Como la congregación del padre Ignacio –un sacerdote sanador de gran convocatoria, hecho que demostró el 24 de abril de 2012 cuando, por primera vez , celebró misa fuera de Rosario aquí, en Paraná, y congregó a más de 40 mil personas—está en camino a ser reconocida por el Vaticano necesita, antes, dar algunos pasos clave.
Contar con una embrionaria casa general, es uno de ellos. Esa casa debe estar ubicada allí donde está su obispo benévolo o benefactor, que es el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari.
¿Por qué aquí la sede de la congregación del padre Ignacio?
En 2006, el entonces arzobispo Mario Maulión decidió auspiciar el crecimiento de la Cruzada del Espíritu Santo y resolvió la incardinación –en lenguaje eclesiástico, la decisión de vincular de manera permanente a un sacerdote en una diócesis determinada— de todos los integrantes de la Asociación Clerical Cruzada del Espíritu Santo en la diócesis de Paraná. Desde entonces y hasta hoy, religiosos de Gran Bretaña, Venezuela y Estados Unidos están incardinados en Paraná, y por eso el Vaticano pide que la primera casa de la congregación del padre Ignacio se fijara aquí y no en otro sitio.
Ya suman tres los sacerdotes de la Cruzada que residen en la provincia: los otros dos, Juan Diego Escobar Gaviria y Hubeimar Alberto Rúa Alzate, ambos en Lucas González.
En todo el mundo, son 35 sacerdotes; en Argentina, nueve, seis de ellos en Rosario, adonde también hay dos religiosas, y 13 seminaristas. El número, aunque alentador, está lejos todavía del necesario.
En realidad, la Cruzada es hoy una asociación de fieles de derecho diocesano, y en un año alcanzaría el rango sociedad de vista apostólica. Pero si el trabajo de los promotores de la congregación, el canonista Ariel Busso, doctor en Derecho Canónico, y el religioso claretiano Daniel Medina, llega a buen puerto, podrán alcanzar la categoría de congregación con derecho canónico, y tener trato directo con la Santa Sede, como cualquier otra comunidad religiosa. Pero para eso deberán reunir el número suficiente de 80 religiosos.
Ahora, uno de los suyos está complicado en la Justicia.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.