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Lo dijo en el encuentro que hubo con Puíggari y Karlic
Un sacerdote reveló que Ilarraz también fue abusado en el Mariápolis cuando tenía entre 10 y 11 años

Análisis
17/09/2012

http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&sec=1&no=171813


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El cura Ilarraz fue violado cuando era un niño, en la década del 60, según lo reveló un compañero de estudios.
Un conocido sacerdote de Paraná, que actualmente no cumple funciones en esta capital, reveló el último viernes que el cura pedófilo Justo José Ilarraz fue víctima de abuso cuando tenía entre 10 y 11 años. “Tanto yo como el padre Justo fuimos abusados en este mismo lugar, cuando éramos dos pequeños”, dijo el presbítero, en medio del encuentro realizado en el Centro Mariápolis y ante el asombro de los casi cien curas presentes y las autoridades eclesíasticas lideradas por el arzobispo de Paraná, monseñor Juan Puíggari y su antecesor, el actual cardenal Estanislao Esteban Karlic, según pudo reconstruir ANALISIS DIGITAL. A fines de la década del ’60, Mariápolis era lo que se denominaba el Pre-seminario y estaba bajo la estricta conducción del entonces arzobispo, monseñor Adolfo Servando Tortolo. “Pobre Justo; él no pudo hacer nada con su herida. Yo lo superé y pude seguir por el buen camino”, acotó el mencionado sacerdote, para finalizar su breve alocución.
Daniel Enz
(de ANALISIS DIGITAL)


Cada uno de los curas que llegó al Centro Mariápolis de Paraná en la mañana del viernes era consciente de que había un único tema a considerar en ese encuentro convocado por el arzobispo, monseñor Juan Puíggari: el impacto en la opinión pública, en los feligreses y en el seno interno de la Iglesia, tras la última nota de tapa de la revista ANALISIS, sobre los casos de abuso del cura Justo José Ilarraz. Puíggari, secundado por el cardenal monseñor Estanislao Esteban Karlic –ambos, precisamente, seriamente cuestionados por el rol pasivo y negligente que tuvieron al conocerse los casos de corrupción de menores en el Seminario Menor, en 1992- se ubicaron al frente de un auditorio de por lo menos cien curas, provenientes de Paraná y localidades cercanas, como así también Diamante, Santa Elena y La Paz, entre otras.

Quien tomó el uso de la palabra fue Puíggari. El alto prelado trazó un panorama de cómo actuaron él y Karlic en el ’92, cuando se conocieron los hechos que involucraban directamente al cura Ilarraz, en el abuso de numerosos menores de entre 12 y 14 años y se mostraron tranquilos con lo realizado. El mensaje fue algo así como: “el Arzobispado de Paraná hizo lo que debía hacer, según las leyes de la Iglesia” y el cura Ilarraz fue desplazado de la Diócesis. Claro que nunca aclaró por qué jamás acudieron al Poder Judicial para radicar una denuncia ni por qué no reclamaron por su expulsión de la Iglesia. Pero a su vez, Puíggari advirtió sobre la “filtración” de datos que podía existir hacia la prensa; se prohibió todo contacto con los medios de comunicación y se remarcó que se sabía que “la información salió desde acá; uno de los religiosos de este lugar fue quien contó lo que pasó”, acotó. Monseñor Karlic hizo una breve acotación, que solamente sirvió para avalar a Puíggari en sus dichos.

Poco después se abrió el debate, para que cada uno de los curas que quisiera hacerlo, opine al respecto. Tomó la palabra un cura de La Paz y luego le siguió un sacerdote de una ciudad cercana. “Tanto yo como el padre Justo fuimos abusados en este mismo lugar, cuando éramos dos pequeños”, dijo el sacerdote, provocando un silencio casi sepulcral en el auditorio del Centro Mariápolis. Prácticamente todos los presentes agacharon la cabeza, porque el golpe de la frase fue muy fuerte; nadie se esperaba una confesión de esa naturaleza, casi al corazón y más de 40 años después. “Pobre Justo; él no pudo hacer nada con su herida. Yo lo superé y pude seguir por el buen camino”, acotó el conocido presbítero paranaense, que cumpliera diversas funciones en la capital entrerriana en los últimos tiempos y que se ordenara un año después de Ilarraz, porque demoraron tal instancia, pero que fue compañero del cura pedófilo desde 1969 hasta que finalizaron la etapa educacional religiosa.

En esa época, el Mariápolis era una casa vieja, con curas y monjas, y estaba considerado el Pre-seminario, al que acudían niños de 10 y 11 años. Luego, pasaban al Seminario Menor de Paraná. El lugar tenía un director, pero dependía del arzobispo Adolfo Servando Tortolo, quien estaba en pleno apogeo y ya con buenas relaciones con el general Juan Carlos Onganía -que conducía el país cruzado por el poder militar- y el gobernador entrerriano, brigadier Ricardo Favre. De hecho, Tortolo estaba en Paraná desde enero de 1963, tras reemplazar a Zenobio Guilland. Las vinculaciones con el poder político lo llevaron a Tortolo a transformarse, desde 1970, en el presidente del Episcopado Argentino.

Poco interesó después lo que dijeron otros de los curas presentes e hicieron uso de la palabra. No se entendió si con la revelación de abuso que se hizo sobre Ilarraz se buscó cierta contemplación en torno a su historia –consensuado incluso con la jerarquía eclesiástica- o bien fue una aseveración sorpresiva, para demostrar que la educación religiosa en Paraná ha estado siempre marcada por situaciones de abuso. Para varios de los presentes, lo revelado fue una mancha más, que profundiza el problema, en medio de la peor crisis de la historia de Iglesia paranaense.

 
 


 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




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